Marta Ferreyra y Mayra Ortiz Rodríguez son docentes de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Desde la cátegra que lideran buscan ampliar el repertorio de mujeres escritoras que produjeron obras durante el Siglo de Oro Español. Encontraron un semillero de voces que, a pesar del éxito que obtuvieron en la época, fueron borradas del canon literario. Hasta ahora.
Por Paola Galano
Florencia Pinar, Luisa Sigea, Teresa de Ávila, Leonor de La Cueva, Sor Violante del Cielo, Catalina Ramírez de Guzmán, Marcia Belisarda, Olivia Sabuco, María de Zayas y Ana Caro de Mallén son algunas de las mujeres escritoras que desarrollaron sus ficciones durante el llamado Siglo de Oro Español, ese período fructífero para las letras hispanas que se produjo entre finales del siglo XV y comienzos del XVII.
El paradigma patriarcal las colocó “en el cofre del olvido”, según las profesoras de Letras de Mar del Plata Marta Ferreyra y Mayra Ortiz Rodríguez, quienes están a cargo de la cátedra de Literatura Española 1 que se dicta en la carrera de Letras, en la Facultad de Humanidades.
También imparten el seminario “La fémina inquieta”. Y juntas emprendieron una justa pesquisa: buscaron nombres, vidas y obras de mujeres que escribieron en simultáneo a sus colegas varones, mucho más famosos y canonizados por la crítica, como los consagrados Lope de Vega, Garcilaso, Quevedo, Góngora y Cervantes.
“Los críticos consagrados se dedican al estudio de los consagrados, es un circuito que se retroalimenta. Estas mujeres siguen estando afuera”
Las producciones de ellos, los escritores antes citados, son una cita obligada. “Hay una condensación de literatura considerada muy canónica, que creemos que es insoslayable para cualquier estudiante de Letras, hay textos que son inamovibles y que una persona que aprecie la literatura no puede dejar de leer”, entendieron las académicas. Sin embargo, circunscribieron su investigación a la necesidad de ampliar el repertorio de obras de la época.
De a poco encontraron que, al margen de los escritores varones, todo un entramado de escritoras emergía en la sociedad española del momento, contaron las especialistas de la Universidad Nacional de Mar del Plata. “Hubo un semillero importante, sobre el que trabajamos nosotras y que intentamos revalorar, porque cuando uno se pone a indagar en estas obras aparece una riqueza propia. Se pondera la imagen femenina”, dijo Ortiz Rodríguez.
Muchas escritoras de ese período publicaban sus textos, escribían novelas de caballería, creaban heroínas, hacían poesía y estrenaban obras teatrales. Sin embargo, sus obras escasamente perduraron a través de los siglos: aún hoy son desconocidas. Hubo una suerte de borramiento de sus nombres y de sus producciones, contaron.
“Teresa de Ávila entró al canon por ser religiosa, por haber sido santificada unas décadas después de su muerte, no entró por poeta. El Nuncio Papal la acusó de fémina inquieta”
“Empezamos nuestro recorrido de investigación cuando quedamos a cargo de la materia en 2018 -contó Ortiz Rodríguez-. Nos dimos cuenta de que no había nombres femeninos o había muy escuetos y también con una mirada muy parcial sobre esos nombres. Entonces, empezamos a indagar y resulta que sí, hubo mujeres que escribieron, muchas tuvieron fama, inclusive algunas pudieron vivir de la literatura, lo que es muchísimo para ese momento”.
Y Ferreyra agregó: “Empezamos este proyecto en la pandemia, a partir del seminario ‘La fémina inquieta’. Fuimos con paso delicado por un camino que estábamos recién explorando, queríamos ver cómo construían la imagen de mujer en el Siglo de Oro los escritores masculinos consagrados y ahí empezamos a ver que había una tendencia estereotipada de construir a la mujer, pero también había una marca bastante misógina y esto nos dio el pie para animarnos a ver qué pasaba con las mujeres”.
El caso más estudiado era el de Teresa de Ávila o Santa Teresa de Jesús según la Iglesia Católica. Ferreyra contó: “Teresa de Ávila entró al canon por ser religiosa, por haber sido santificada unas décadas después de su muerte, no entró por poeta. El Nuncio Papal la acusó de fémina inquieta, andariega, desobediente y contumaz. Y nos encantó como título para nuestro seminario porque hay una identificación” con los adjetivos que describen a la poeta.
Ferreyra y Ortiz Rodríguez.
En inquieta, andariega, desobediente y contumaz “hay un sesgo muy peyorativo”, entendió Ortiz Rodríguez. “Nosotras elegimos resemantizar esa enunciación, hay mucha riqueza detrás de esa enunciación sobre Santa Teresa, que para nosotras a partir de ahora es Teresa de Ávila”, indicó, en una entrevista con LA CAPITAL.
La investigación se produjo a través de sitios web especializados de universidades españolas, argentinas y de bibliotecas, como la Biblioteca de Escritoras Españolas (Bieses). Es un trabajo que sigue abierto y busca conocer nuevos casos de escritoras de este período, que hacían lo suyo en la misma España en la que Cervantes daba a conocer su exitoso “Don Quijote de la Mancha”.
Ante los buenos resultados de la investigación, Ferreyra sintió perplejidad: “La primera reacción que tuve fue asombrarme de todo lo que no sabía, de todo lo que desconocíamos y empecé a dudar de la formación, porque dije ‘tenemos una formación absolutamente patriarcal y ¿qué hacemos?, ¿la replicamos?’”.
“Nosotras trabajamos en la materia hace más de 20 años en mi caso y, sin embargo, fue una novedad absoluta (encontrar a estas escritoras), porque pareciera que no hubieran existido”, apuntó Ortiz Rodríguez.
-¿Por dónde empezaron la búsqueda de las escritoras de este período?
Marta Ferreyra: -Por Internet, que es el lugar de la socialización de la información, sobre todo para nosotras que estamos en la periferia de lo que sería el centro, que es España. Lo que se socializa en la red es lo que permite ver qué está pasando ahora y hace unas décadas. Hay algunas académicas españolas que empezaron a trabajar con esto, hay una base de datos que se llama Bieses (Biblioteca de Escritoras Españolas) que son estas mujeres que han armado toda esta información y que es bastante reciente. Ellas lo primero que empiezan a cuestionar son los programas de la secundaria, empiezan a pensar cómo se construye el canon y cómo se construye primero en un programa de la escuela y de la Universidad. La Universidad legítima. Empezamos a ver que compartíamos muchas cosas con España, por ejemplo, que no hubiese prácticamente mujeres (escritoras) en los programas. El reconocimiento empieza en algunas escritoras del siglo XIX, como el atípico caso de Sor Juana Inés de la Cruz, desde América.
Mayra Ortiz Rodríguez: -O alguna otra mujer muy esporádica. En el caso nuestro la primera aproximación fueron pequeños hallazgos. Pudimos verificar que las mujeres habían tenido cierto éxito a pesar de las recomendaciones de la Iglesia Católica y de las instituciones sociales de que la mujer no debía salir del ámbito hogareño ni del ámbito eclesiástico. A pesar de este control social, hay muchas mujeres que tuvieron cierta repercusión.
“Pudimos verificar que las mujeres habían tenido cierto éxito a pesar de las recomendaciones de la Iglesia Católica y de las instituciones sociales de que no debían salir del ámbito hogareño ni del eclesiástico”
-Si tenían cierto éxito, ¿por qué fueron borradas, silenciadas?
Mayra Ortiz Rodríguez: -En los siglos posteriores se empieza a considerar a la mujer como el pilar del hogar, un pilar moral, religioso y educativo, entonces ahí es cuando se cierra totalmente y se produce el silenciamiento de lo que hubo. Pero cuando nosotras empezamos a estudiar, en principio, la construcción de la imagen femenina por parte de escritores varones, nos dimos cuenta de que así como había estereotipos y lugares comunes también había una revalorización o mención de nombres de mujeres destacadas que nosotras desconocíamos plenamente. Cuando uno va a indagar en esos nombres y en esas obras, hay pocas ediciones. La pandemia también facilitó que algunas bibliotecas españolas decidieran hacer facsímiles y publicarlos. No son ediciones anotadas ni con gran producción, pero tenemos las fotos por lo menos de lo que está guardado bajo siete llaves en bibliotecas españolas. Eso favorece el acceso. Y también tejimos redes con otras universidades, con la UBA, con la Universidad de Córdoba que tienen algunos epicentros e intercambiamos de material de manera permanente. Son hallazgos que vamos compartiendo. Es una búsqueda que se dio muy compleja por esta cuestión de que, a posteriori (de las obras de mujeres de Siglo de Oro), se calló todo. Y obviamente el acceso a la imprenta: era complejo acceder a la imprenta para un escritor consagrado, imaginate para una mujer. La mujer aprendía más a leer que a escribir. Se le enseñaba a leer para que reproduzca información en su familia, pero no a escribir, porque la escritura era privativa del hombre.
-¿Sobre qué temas escribían las mujeres de la época?
Marta Ferreyra: -La escritura era el ámbito público que estaba reservado a lo masculino, en el ámbito privado la mujer podía leer las Sagradas Escrituras y compartirlas con la familia, la vida de los santos, no otra cosa. Los libros de caballería, por ejemplo, estaban recomendados que no los leyeran las mujeres para no contaminar su imaginación.
Mayra Ortiz Rodríguez: -Que se consideraba más endeble que la de los hombres.
Marta Ferreyra: -Sin embargo, hubo una mujer, a finales de la Edad Media, que escribe un libro de caballería que se llama Beatriz Bernal. Escribe “Cristalián de España”. A pesar de la recomendación de la Iglesia, esta mujer no solo leyó libros de caballería, sino que escribe uno y ahí nosotras quedamos absolutamente encantadas y asombradas. La dimos por primera vez en el seminario y después la incluimos en el programa de nuestra asignatura, porque nos parecía importante incorporar a estas mujeres que en el momento tuvieron éxito y, como decía Mayra, luego fueron sistemáticamente silenciadas. Es muy interesante la construcción de los personajes que hace Beatriz Bernal, donde la coprotagonista es una heroína. Hay una maga que por ser tan inteligente, son palabras textuales del libro, decide no casarse porque no quiere que nadie decida sobre su destino. Estamos hablando del siglo XVI. Tuvo éxito el libro, fue traducido al italiano, hubo reediciones. Pero luego en los siglos XVII y XVIII más que nada hubo un proceso de silenciamiento, de borramiento. Eso es lo que nos empezó a llamar la atención y empezamos a ver también todos los otros textos, los no literarios que tenían que ver con la educación de la mujer, como el Manual de la Perfecta Casada de Fray Luis de León. En él se recomendaba cómo educar a la mujer y lo que verificamos es que muchas de esas premisas hoy en día siguen vigentes.
-¿Por ejemplo?
Marta Ferreyra: -Por ejemplo, una de las virtudes que veía Fray Luis era el silencio en la mujer, que la mujer guardara silencio. Por eso también se recomendaba que la mujer no supiera escribir. La vida social de la mujer era el ámbito familiar. Las salidas eran a la iglesia únicamente. La mujer se dedicaba a la administración de la casa, a la crianza de los hijos y a satisfacer la demanda masculina previamente.
Mayra Ortiz Rodríguez: -Al remitir a la mujer a un lugar servil plenamente, al servicio de su familia, de su marido y de la sociedad en general, no hay una individualización de su propio deseo, que quizás es lo que sí aparece en la voz de las escritoras, en la literatura. Lo que sucede tanto en la poesía como en el teatro y también en El cristalián de España es que se reproducen modelos vigentes escritos por varones, pero con ciertos giros. Entonces, el escribir una obra teatral a la manera de Lope de Vega, que era quien estaba en boga en la época, o escribir poesía con ciertos moldes específicos de ese momento o escribir un libro de caballería a la manera de los libros que estaban de moda, hizo que estos textos de alguna manera pudieran ingresar a este sistema. Pero si la forma era similar a la de los varones, el contenido tiene guiños particulares.
“El desafío es éste: tenemos poca bibliografía pero vamos a construir un conocimiento, acá en el aula”
-¿Qué pasaba en el teatro?
Mayra Ortiz Rodríguez: -En el teatro se exacerba esta cuestión. Aparecían en el teatro las mujeres que se vestían de hombres, con algún propósito específico. Si en las obras de escritores varones se vestían de hombres porque visualmente era un efecto muy impactante ver una mujer usando calzas, en realidad se disfrazaba de hombre por una cuestión ornamental, para poder ver la silueta femenina en escena en el cuerpo de una actriz, que en esta sociedad tenía el mismo estatus que una prostituta y así era considerada y tratada, porque trabajaba con su cuerpo. Acá hay un giro sobre esa construcción de la mujer que se disfraza de hombre: en realidad, tenemos protagonistas femeninas que superan ampliamente el disfraz y que tienen una condición de valía, de arremetimiento que le son propias más allá de su indumentaria. Y en la poesía se ve la sensualidad, la voz femenina, el propio deseo. Porque por más que tengamos escritores varones que puedan validar la voz femenina, nunca van a llegar a este punto.
-Es decir, aflora una subjetividad femenina.
Marta Ferreyra: -Exacto. La mujer pasa de ser objeto de deseo en la poesía masculina a ser sujeto y eso es lo que nos empezó a interesar. Los alumnos empiezan a verificar esto con la lectura, empiezan a observar cómo en la poesía de estas mujeres, por ahí no podemos hablar de una poesía femenina en general, no podemos hacer una generalización, hay que ir con cautela, pero podemos ver en varias de estas mujeres una construcción de un sujeto femenino, de una identidad femenina. Hay una poeta de finales del Medioevo e inicio de la Modernidad que se llama Florencia Pinar que fue un hallazgo, porque escribe una poesía que es muy actual, donde hace unos paralelismos entre aves cautivas y la mujer como cautiva. Está todo el tema de la libertad de aquellos que la encarcelan, todo un trabajo desde los correlatos muy interesante y una crítica al amor. A los alumnos les despierta mucho interés. Y después nosotras realizamos la comparación, comparar la poesía masculina con la poesía femenina y ver qué rasgos en cuanto a la construcción de la mujer, por ejemplo, o al lazo afectivo, cómo es la construcción del lazo afectivo o cómo construye la mujer su objeto de amor. Entonces empezamos a ver que hay cuestiones muy interesantes, que hay problemáticas.
-¿Problemáticas que los varones no abordaban?
Marta Ferreyra: -Claro y que también se presentan como problemáticas para nosotras. Las planteamos a los alumnos, porque no es que nosotras tenemos resuelta la lectura de estas mujeres. Otra de las cosas que vamos verificando es la escasísima bibliografía que existe sobre estas mujeres, hay muy poco trabajo en las redes compartido. Siguen aún adentro del cofre del olvido. Los críticos consagrados se dedican al estudio de los consagrados, es un circuito que se retroalimenta. Y estas mujeres siguen estando afuera. Entonces el desafío es éste: tenemos poca bibliografía pero vamos a construir un conocimiento, acá en el aula.